Dra. Graciela Lukin, ginecobstetra argentina y defensora de los derechos de las mujeres, habla sobre lo que la motiva
Graciela Lukin siempre quiso ser útil a la gente. A los 17 años, cuando las personas empezaron a preguntarle qué iba a estudiar al terminar el secundario, decidió que quería ser instrumentadora. Ingresó en la facultad de medicina de la Universidad de Buenos Aires, donde cursó la carrera de medicina, con una especialidad en obstetricia.
“Supe sin lugar a duda que esto es lo mío. Si hoy, 40 años después, si tuviera que volver a elegir, no lo dudaría”, dijo Lukin. “Yo nací para hacer esto que estoy haciendo”. Durante su residencia, aprendió a apoyar a las mujeres y abogar por ellas a lo largo del espectro de su vida y necesidades de salud reproductiva.
Aunque Lukin ha ocupado diferentes puestos a lo largo de su profesión—incluso como Jefe de Ginecología del hospital y ahora como ginecobstetra en el Ministerio de Salud Provincial de Buenos Aires—su compromiso para garantizar el derecho a los servicios de aborto seguro ha permanecido constante. Su audacia proviene en parte de su historia familiar: su abuela materna murió de un aborto séptico, dejando huérfana a la madre de Graciela cuando tenía 12 años de edad. “Por cada mujer que ayudo a abortar en forma segura, hay una niña de 12 años que no derrama lágrimas al quedar sola”.
Motivada por la ‘capacidad de ponerme en el lugar del otro’
Lukin recibió capacitación de Ipas sobre la atención integral del aborto y acredita a Ipas por ayudarla no solo a ser
una profesional clínica más calificada, sino también por inspirarla a abogar por la salud y los derechos sexuales y reproductivos (SDSR).
Cuando empezó su residencia en 1978, era obligatorio hacer denuncia policial de todas las metrorragias, es decir cuando las mujeres sangraban entre períodos menstruales normales o durante el embarazo, y no solo en casos de aborto. “Me parecía mal torturar a las mujeres y repetirles una y otra vez: ‘¿Qué te hiciste? Si no me lo decís, te vas a
morir’.”
Cuando salió de la residencia, trabajó en un hospital donde atendía por día de guardia aproximadamente a 10 mujeres
que cursaban abortos, muchos de ellos siendo provocados en condiciones inseguras; a estas mujeres debía habérseles proporcionado servicios de aborto seguro, pero eran pobres y no tenían acceso procedimientos de interrupción sin riesgos. Muchas presentaban complicaciones muy serias que requerían histerectomías. “Sentía mucha empatía por esas mujeres, quienes estaban desesperadas, muy enfermas y dispuestas a todo por no continuar su embarazo”,
contó Lukin.
Su empatía por las mujeres la llevó a asegurarse de que otros médicos también respetaran los derechos de las pacientes. Más adelante en su carrera, estuvo a cargo del área de internación en otro hospital y dirigió el proyecto de maternidad segura centrada en la familia, enfocado en respetar a otras personas. “Empecé a contagiar a los otros médicos del respeto por los derechos de las pacientes y el respeto por los otros médicos también”, dijo ella. “¡Dio resultado!”
Trabajando para ampliar el acceso de las mujeres a los servicios de aborto seguro
Cuando Lukin empezó a trabajar en el hospital, solo ella y tres médicas más proporcionaban servicios de aborto. En 2016, después de concluir el programa de rotación clínica de Ipas, ella regresó al hospital y creó su primer equipo de servicios de aborto. Cuando se fue, “todos los médicos jóvenes, residentes o concurrentes trabajaban a la par de
nosotras cuatro”.
Su cargo actual en el ministerio le permite asegurarse de que los médicos se sientan cómodos proporcionando servicios de aborto. “Recorrer los hospitales que realizan procedimientos de aborto en etapas más avanzadas del embarazo y decirles cómo dice la OMS que se debe hacer, esa es mi tarea. Debo dejarles saber que cuentan con el Ministerio y conmigo para resolver situaciones difíciles. Deben saber que no están solos”.
Abogando por personas que necesitan abortos en etapas más avanzadas del embarazo
El sistema jurídico de Argentina no crea barreras para las personas que necesitan abortos en etapas más avanzadas del embarazo; pero los ginecobstetras —quienes son responsables de realizar estos procedimientos—a menudo se muestran renuentes a realizarlos. Con frecuencia hay demoras, que pueden poner en peligro la vida de las personas que necesitan estos servicios. Lukin colabora con hospitales que proporcionan servicios de aborto en etapas más avanzadas del embarazo y, por medio de este trabajo, se ha dado cuenta de que, muchas veces, los médicos simplemente necesitan más capacitación.
“Debemos apoyar esos equipos y darles herramientas para que realicen procedimientos seguros. Se ha comprobado que realizar abortos en etapas más avanzadas del embarazo es necesario para disminuir la mortalidad materna”, dijo Lukin. “Es muy importante que las mujeres no paguen con su vida la decisión de no querer ser madres”.